Conversación

Conversación  es una muestra de pinturas y de textiles, donde Ana Efron y Florencia Walfisch se abren a un diálogo en múltiples direcciones, podríamos hablar casi de una comunicación que sucedía ya de “inconsciente a inconsciente” en sus orígenes o de sintonías finas entre sus obras y, a partir de allí, entre sus autoras. Ellas, las artistas, utilizan lenguajes plásticos diferentes, pero, la conversación no resulta un soliloquio; nos evidencian además la presencia de muchos encuentros con “otros significativos” que aportan sus voces y palabras y sus influencias artísticas, algunas comunes, presentes como sedimentos de sus obras.  
Se produce en la muestra una sensación de espiral centrífugo donde cada vuelta toma algo del diálogo anterior entre los diversos lenguajes, se expande hacia afuera y se abre a una instalación que crece y se despliega con fluidez en el espacio común de Casa Matienzo.
María Emilia Marroquín

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Sin título, 2015 óleo y acrílico sobre tela, 100 x 150 cm. Mención de honor del Salón nacional de pintura Vicentín 2015.

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Sin título, 2015. Óleo y acrílico sobre tela, 122 x 134 cm.

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Sin título, 2015. Óleo y acrílico sobre tela, 172 x 190 cm.

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Sin título, 2016. Acrílico sobre tela, 150 x 150 cm.

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Sin título, 2016. Díptico, acrílico sobre tela suelta (sin bastidor). 200 x 165 cm.

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Sin título, 2016. Acrílico sobre tela suelta (sin bastidor), 120 x 50 cm.

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Vistas de la exhibición, las pinturas y los textiles en diálogo.

Marzo de 2016 en Casa Matienzo, ciudad de Buenos Aires.

Tulio De Sagastizábal. — En el diálogo, la conversación, el ir y venir de unas obras a las otras, cobra cuerpo el espacio como un actor silencioso y significante, que justifica la voluntad de vecindad y referencia, acompañamiento y complementación que toda obra contiene como un reclamo original, como gesto inocente e inaugural.
Toda obra nace en la búsqueda de una escucha y un testigo, se verifica en el otro, trasciende en esa colaboración, complicidad y comprensión.  Pero es desde luego, un paso más allá poner en ese lugar de otro a otra obra, un ejercicio de interlocución que es imposible de forzar, que puede establecerse o no, según las obras respondan con absoluta integridad a los gestos que reconocen en las otras como preocupaciones, intenciones, provocaciones y tentativas propias.
Confiar en un diálogo de obras es quizás un resabio de animismo, una emoción fetichista, pero absolutamente afín a la devoción y al cuidado con que cada autor va construyendo ese cuerpo ajeno y tan propio a la vez.

Eduardo Stupía. — El puente que Ana Efron y Florencia Walfisch tienden ahora entre lo textil y lo pictórico para revisar la concepción y la percepción que se tiene de ambas prácticas es también una manera indirecta de revitalizar el campo propio a partir del contrapunto y la tensión con el campo ajeno. A la vez, esta convivencia permite inferir que, para ellas, lo multidisciplinario es sinónimo de autonomía, allí donde los diferentes lenguajes, lejos de imbricarse forzosamente, tienden a ser cada vez más específicos, aun cuando pueda naturalmente resonar y recrearse, en cada uno de ellos, el modo de ser del otro. Pero, además, hay aquí un dejo de manifiesto, de toma de posición, y de conciencia, como si las artistas recuperaran en una experiencia de intimidad casi doméstica aquel eco del momento crucial en el que William Morris y Henry Van de Velde, entre otros, decretaron la disolución de cualquier supremacía del arte por sobre el oficio.

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